jueves, 8 de octubre de 2009

¿Qué hacía Dios antes de crear el mundo?


¿Qué hacía Dios antes de crear el mundo?

Viaje por el mundo de las preguntas sin respuesta


Por: David Esquivel


En algún lugar de un libro antiguo que lleva por título Confesiones, un viejo filósofo llamado Agustín, se dio a la tarea de responder a una pregunta ciertamente compleja ¿Qué hacía Dios antes de crear el mundo? Por supuesto, la pregunta implica ya otra pregunta: ¿quien es Dios? Invertir más de treinta segundos intentando responder cosas semejantes en los tiempos que corren resultará para muchos una absoluta pérdida de tiempo (A Dios lo mató Nietzche hace rato y sanseacabó). Seamos optimistas y supongamos que TÚ, ocioso y por lo mismo bienaventurado lector de Los perros del Alba eres un individuo de buen talante y ánimo inquisitivo cuya capacidad de asombro continúa vigente. Siendo así, supongo que ya habrás formulado algunas imágenes en tu cabeza producidas por la conjunción de esas cuatro letras: D-I-O-S. La memoria comienza a trabajar y es posible que recuerdes a tu maestra de catecismo, a tu madre o para los más contemporáneos, aquel capítulo de Los Simpson en el que Homero prefiere quedarse en casa para ver football y beber cerveza en lugar de ir a misa y termina con una revelación de carácter místico: Dios es un viejo bonachón de bata blanca que vive en una nube, lleva la barba larga y cana y usa huaraches.


El proceso mediante el cual hemos llegado a tener tal imagen de Dios es ciertamente complejo. De entre las tres más grandes religiones del mundo occidental como son el judaísmo, el islam y el cristianismo, sólo esta última cuenta con una imagen más o menos definida de Dios a partir de lo que se ha denominado el esquema trinitario, formado por las figuras del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Aún hoy en el mundo cristiano, la representación de la imagen de Dios padre bajo la forma de un anciano barbado, la paloma como Espíritu Santo y Cristo resucitado, sentado a la derecha del Padre es aceptada de forma canónica, sin embargo, esto no siempre fue así. Como sabemos, el cristianismo surge como una nueva religión en el seno de otra más antigua como lo es el Judaísmo. Dentro del Judaísmo y tal como puede leerse en el conjunto de libros sagrados que forman la Torá, la representación de Dios queda terminantemente prohibida (lo mismo sucede en el Islam). No por nada, cuando Moisés es elegido para comunicar los mandamientos de la ley, Dios se manifiesta de forma ambigua, como una zarza ardiente o una voz que, a la pregunta por su identidad, responde simplemente: Yo soy el que soy.


El evento que vino a cambiar de forma radical la concepción de Dios que hasta entonces se desarrollaba en el Judaísmo fue sin lugar a dudas el nacimiento de Cristo. Misterio tremendo en el que se devanaron los sesos y las almas de tantos seres humanos, aquel por el cual un Dios es capaz de hacerse hombre y habitar entre los mortales. Un Dios que es Dios y es hombre. Un Dios que es Uno y tres al mismo tiempo (Lo cual implica un conflicto todavía más grande ¿cómo lo representamos?) . Los avatares que rodearon a esta idea son muchos, desde el primer instante de su postulación (que se atribuye a Tertuliano, alrededor de 215 d.C) algunos intelectos filosóficos recelaron de ella. De esa forma fueron surgiendo distintas interpretaciones y representaciones de la figura de Dios que a la postre llevaron el nombre de herejías. El catálogo de herejías o ideas que iban en contra del Credo oficial es inmenso. Muchas de ellas enfocaron su atención al problema de la trinidad y el conflicto racional surgido de sus propias contradicciones, las cuales, en muchas ocasiones fueron solucionadas por vías menos complejas, Creo porque es absurdo, llego a afirmar el mismo Tertuliano. Para algunas herejías como el adopcionismo, Cristo era un ser humano de una calidad infinita elegido por Dios padre para su misión en la tierra, más no un Dios por sí mismo. Para el docetismo, en cambio, el ser que sufrió y pereció en la cruz no pudo haber sido sino una especie de holograma, la imagen ilusoria de una naturaleza divina y superior incapaz de sufrir castigo corporal. Los Arrianos por su parte, defendieron la idea de Cristo como una creación ad hoc hecha por el padre, y cuya naturaleza no era compartida. La historia del cristianismo es sus inicios es una encarnizada lucha argumental (y en ocasiones física y violenta) por definir al símbolo sobre el cual habría de depositarse la fe millones de seres humanos.


Si nos alejamos por un segundo de la teología y la política y damos rienda suelta a nuestros propios pensamientos, podemos regresar al planteamiento con el que comenzamos este escrito: La pregunta, ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo? De aceptar el juego, podemos entonces comenzar a lanzar algunas hipótesis y, si a Dios no le molesta, seamos como el abuelo de barbas largas que se dispone a contar un cuento a la luz de la fogata. Luego pensemos en Dios como un artesano. Aunque la idea no sea del todo nueva, imaginemos un Dios con una mente y unas manos capaces de crear objetos vivientes a partir de la materia, sea ésta barro primigenio, paja o masa de maíz. Dios nos ha tomado entre sus manos y nos ha modelado, (algunos pensarían que a su imagen y semejanza), después, con artilugios que pueden variar, dependiendo de la cultura que haya creado el mito, Dios le ha dado vida al hombre. Con un soplo, con una chispa, con una palabra...


En el libro primero del Génesis o “libro de la creación” puede leerse: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: Haya Luz, y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamo Dios a luz “día”, y a la oscuridad la llamó “noche” y atardeció y amaneció: día primero...” Según la más antigua tradición Judía, Dios ha creado el mundo con palabras. En el principio, dice el evangelio de San Juan, era el Logos, y el logos estaba ante Dios, y el logos (la palabra en griego. Dabar, el verbo para los hebreos) era Dios. Dios dice y entonces las cosas y el mundo son, tienen lugar. ¿Pero es que acaso Dios era una especie de místico poeta? Uno que por vez primera fue capaz de hacer cosas con palabras. Tal vez por eso las palabras han tenido desde entonces un cariz sagrado, como dice Borges en un poema titulado El Golem:


Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.



El mismo Borges escribe unos versos más adelante que los artificios y el candor del hombre no tienen fin. Conociendo el poder oculto tras las letras que cifran el nombre de Dios el rabí Judá León del poema de Borges se dio a la tarea de realizar extrañas permutaciones de letras y palabras que le otorgaron un poder maravilloso, la capacidad de crear la vida, de ser como Dios.



La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.



Pero en algo falló Judá León, pues su creación resultó torpe y contrahecha pues “con sus ojos menos de hombre que de perro y harto menos de perro que de cosa”, apenas era capaz de barrer la sinagoga. El Golem es un ser que por maravillosos artificios literarios, se compara al primer hombre creado por Dios. El aprendiz de creador se ha equivocado y la angustia se apodera de él: ¿Cómo -se pregunta Judá-, pude engendrar este penoso hijo y la inacción dejé, que es la cordura? La idea es ciertamente escalofriante, sobre todo si, desconfiados, comenzamos a mirar a todos lados en busca de aquel que sin dominar el arte, por soledad o aburrimiento, se dispuso a crearnos a nosotros en el principio de la historia. (¿quien fue nuestro Rabí Juda Léon?) Un pesimista genial como lo fue Èmile Cioran, ya apuntaba en algún momento, de forma irónica, que quizá la historia del Génesis habría de mirarse con otros ojos y en otro orden. En efecto, Dios ha creado el universo en seis días y ha descansado el séptimo. Y si ha sido así es porque cada acto creador se llevaba una parte de él y de su energía. Al llegar al sexto día, en el que ha creado al hombre, Dios se encontraba profundamente cansado. De ahí la calidad de la obra.



Preguntémonos entonces, ¿es posible que no sea cierto que Dios haya creado el mundo en seis días? A reserva del miedo que puede provocarnos el caer fulminados inmediatamente, pensemos por un momento en las implicaciones de tal afirmación. ¿Por qué seis días y no cuatro o tres? ¿Los dioses se cansan? ¿Tendría Dios algo a la mano en el momento de la creación? Crear, hacer, pensar, construir, imaginar, hablar... ¿qué implicaciones misteriosas y profundas tendrán esos verbos en la mente de Dios? Desde luego parece ser que nuestra mente nos ha llevado al límite último del misterio.

Desde muy joven y aún sin ser cristiano, Agustín mostró una gran avidez por temas filosóficos. Ya maduro, dedicó buena parte de su tiempo a componer un libro autobiográfico que llevó por título Confesiones, una obra en donde desarrolló sus preocupaciones más profundas, desde la compleja naturaleza del ser humano, (Un ser caído y más bien tendiente al mal), hasta el problema de la creación del mundo, el tiempo, el espacio y la eternidad. Con el tiempo, Agustín llegó a convertirse en una autoridad cuya opinión influyó fuertemente en el rumbo futuro de la Iglesia como institución. Como “Padre de la Iglesia”, las ideas de Agustín sirvieron para construir un canon de creencias con bases filosóficas. La originalidad de Agustín como filósofo ha sido cuestionada en la medida en que sus ideas, convertidas a la postre en dogmas, fueron utilizadas para apuntalar el edificio canónico de una institución, en un momento en que la filosofía no era sino una sierva de la teología. Tan extrema ha sido esta idea que algunos incluso ven en Agustín a un perseguidor de herejes. Sin embargo resulta imposible afirmar algo así, cuando se realiza una lectura atenta de ciertos pasajes de sus Confesiones, en donde manifiesta una inquietud auténtica por sondear los abismos del alma humana en busca de respuestas.

El libro once de las Confesiones, está estructurado bajo la pregunta con la que comenzábamos este texto. ¿Qué hacía Dios antes de crear el mundo? Agustín piensa en las escrituras como selvas oscuras y sombrías a las que por años se han retirado “místicos siervos”, en busca de un lugar para apacentarse, rumiando el sentido de sus palabras. Sin conocimiento y sin la guía de la razón es muy fácil perderse en esos parajes. Como muchos otros pensadores que le precederán, Agustín sospecha de la natural tendencia humana a reducir todo fenómeno de la experiencia a categorías que le sean comprensibles. Borges las llamará prisión, y muchos siglos después, para un filósofo como Kant, serán las condiciones de toda experiencia posible.

Gradualmente se vio (como nosotros)
Aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.



¿Será posible que esas mismas categorías puedan aplicarse a Dios? Sigamos de cerca a Agustín, respondamos afirmativamente, y si Dios no le molesta la reductio ad absurdum, aceptemos que Dios se encuentra en un lugar y un tiempo, nosotros aquí y Él allá, donde quiera que sea ese allá (la mayoría diría: en el cielo). Si Dios es el inteligente arquitecto del universo, irremediablemente tendríamos que pensar en el origen de los materiales con que se llevó a cabo la construcción y los procedimientos empleados (la misma pregunta aplica para las ideas de Dios alfarero, Dios relojero, Dios matemático, etc.) Resulta un dato curioso pero si hacemos una lectura literal del primer pasaje del Génesis nos encontramos con un problema gordo dado que el texto dice que Dios creo los cielos y la tierra para después, separar la tierra de las aguas... ¿Puede alguien responder de dónde vinieron las aguas? ¿Acaso preexistían?. De continuar con una argumentación similar tendríamos que problematizar si Dios tiene una forma y si tiene un rostro y manos y voz. Si su cuerpo es similar al nuestro, -sólo más grande, fuerte y perfecto, como dibujaban los griegos a sus Dioses-, luego entonces Dios se mueve, va de un lugar a otro, pastorea su rebaño durante cuarenta años por inhóspitos desiertos. Observa su creación y juega con ella, como haría un niño en un arenero, arroja un poco de agua y crea un diluvio. O bien, tal como lo describen otros pasajes del testamento antiguo, Dios puede SER COMO un padre amoroso, o un tirano de carácter complejo que duda, ignora, se encoleriza y a veces se distrae. (Si eso no fuera posible no habrían sucedido las historias humanas más interesantes). ¿Y antes de crear el mundo? Teniendo tanto espacio vacío solo para él, tanto tiempo y siendo Dios... Tal vez pensaba, hilaba historias, se cansaba, dormía y soñaba, (o sigue soñando y en su sueño estamos nosotros, quiera Dios que Dios no sueñe que sueña), creaba infinitos mundos para luego des hacerlos, se desdoblaba en tres y en instante volvía a ser uno... se paraba de cabeza, jugaba solitario, modelaba huesos de dinosaurios y otros mastodontes y luego los enterraba, hacía flexiones, repasaba en su cabeza la música de las esferas celestes... se moría de soledad y aburrimiento y sólo por eso creo una esfera densa y compacta hecha de plastilina cósmica, de hidrógeno y helio según los físicos... Y vio Dios que era buena, pero no tanto, se cansó de jugar con ella y cuando la aplastó con su mano enorme la bolita de desparramó por el espacio en un silencioso Big Bang.

Agustín nos haría pensar con un poco más de calma. Efectivamente, si intentamos responder a la pregunta ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo?, haciendo uso de nuestras categorías humanas, es posible formular gran cantidad respuestas (todas viables en principio). Las preguntas fundamentales parecen requerir un poco más de tiempo para ser digeridas, al mismo tiempo, es recomendable ejercer la duda y nuestra capacidad para suspender por un momento nuestros conceptos previamente adquiridos. Ante la pregunta, ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo? Agustín duda y luego piensa en la posibilidad de un espacio y un tiempo anteriores y la creación. ¿Cómo serían estos? ¿Acaso podrían asemejarse al tiempo y al espacio humanos? Definitivamente no, responde Agustín. Si todo ha venido a Ser en un solo y mismo instante, y eso incluye al tiempo y al espacio, no había tiempo y espacio anterior a la creación en donde Dios pudiera hacer cualquier cosa, luego entonces, Dios no hacía nada. El argumento más fuerte de Agustín gira en torno a la imposibilidad de concebir a Dios dentro del régimen del Ser. Es Dios quien lleva el ser al ser en virtud de una voluntad que rebasa todo límite humano. Dios fue capaz de hacer surgir su creación de la nada y habrá de llevarla a la nada en algún momento de la historia (que es lineal y ha comenzado en ese único instante). El Dios de Agustín está más allá del ser y su potencia infinita hace hace existir, sin embargo, de él no puede predicarse la existencia a menos que pueda ubicarse más allá de toda existencia pensable, en la Eternidad.

Dice Borges en su Historia de la Eternidad, que el tiempo es un problema para nosotros, un tembloroso y exigente problema, acaso el más vital de la metafísica, la Eternidad en cambio resulta ser más bien un juego o una fatigada esperanza, hija de los hombres. La Eternidad para Agustín es la morada de Dios en donde el tiempo no tiene cabida. De antemano habría que negar la posibilidad de que la Eternidad pudiera entenderse como un tiempo que se extiende infinitamente. El pasado y el futuro, así como el presente, no son sino un mismo instante, el tiempo siempre presente propio sólo del ser infinito, un instante pleno que es la síntesis de todos los tiempos.



La eternidad es la misma sustancia de Dios, que nada tiene mudable. En ella nada hay pasado, que ya no sea, nada hay futuro que todavía no sea. Allí no hay sino es. No hay allí fue o será porque lo que fue ya no es y lo que no será todavía no es. Y en la eternidad [de Dios] todo es, pura y simplemente.” (Confesiones, libro XI)



Queda ahí la respuesta de Agustín a quienes, como nosotros, se vieron abrasados por la acuciante pregunta ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo? Como todo acto humano inserto en el tiempo, la respuesta es sólo provisional y resulta, más bien, la invitación a un viaje sin destino fijo. Tal es la naturaleza de aquellas preguntas que los humanos hemos llevado a cuestas desde el principio de los tiempos. Desde cualquier cronotopo y casi siempre, porque contamos con el tiempo y la soledad para formularlas. No sirven para nada, no dan de comer al mundo, y sobre todo no tienen respuesta, y sin embargo no podríamos llamarnos humanos sin ellas.













lunes, 25 de mayo de 2009

sábado, 9 de mayo de 2009

Después de sobrevivir a una caída que por poquito y nos deja pensando que teníamos poeta, José Emilio Pacheco será galardonado con el premio Reina Sofía en los próximos días. Más allá de las notas periodísticas, pasajeras como las vidas humanas, habría que festejar la posibilidad del goce que nos ha dado José Emilio desde hace mucho tiempo.

No amo mi patria.Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)daría la vida
por diez lugares suyos,cierta gente,
puertos, bosques de pinos,fortalezas,
una ciudad deshecha,gris,
monstruosa,varias figuras de su historia,
montañas-
(y tres o cuatro ríos.)

1969

martes, 24 de marzo de 2009

Cuando muere una lengua, de Miguel Leon Portilla


Cuando muere una lengua
Las cosas divinas,
Estrellas, sol y luna;
Las cosas humanas,
Pensar y sentir,
No se reflejan ya
En ese espejo.

Cuando muere una lengua
Todo lo que hay en el mundo
Mares y ríos,
Animales y plantas,
Ni se piensan, ni pronuncian
Con atisbos y sonidos
Que no existen ya.

Entonces se cierra
A todos los pueblos del mundo
Una ventana,
Una puerta.
Un asomarse
De modo distinto
A las cosas divinas y humanas,
A cuanto es ser y vida en la tierra.

Cuando muere una lengua,
Sus palabras de amor,
Entonación de dolor y querencia,
Tal vez viejos cantos,
Relatos, discursos, plegarias,
Nadie, cual fueron
Alcanzará a repetir.

Cuando muere una lengua,
Ya muchas han muerto
Y muchas pueden morir.
Espejos para siempre quebrados,
Sombra de voces
Para siempre acalladas:
La humanidad se empobrece.

domingo, 1 de marzo de 2009

árboles y piernas

Los árboles tienen raíces; los hombres y las mujeres, piernas. Y con ellas cruzan la barrera de la estulticia delimitada con alambradas, que son las fronteras; con ellas visitan y en ellas habitan entre el resto de la humanidad en calidad de invitados.

Georges Steiner

lunes, 19 de enero de 2009

Día de Martin Luther King Jr.


Transcripción de la última parte del discurso I have a Dream. Washigton. D.C. 28 de agosto, 1963

And so even though we face the difficulties of today and tomorrow, I still have a dream. It is a dream deeply rooted in the American dream.
I have a dream that one day this nation will rise up and live out the true meaning of its creed: "We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal."
I have a dream that one day on the red hills of Georgia, the sons of former slaves and the sons of former slave owners will be able to sit down together at the table of brotherhood.
I have a dream that one day even the state of Mississippi, a state sweltering with the heat of injustice, sweltering with the heat of oppression, will be transformed into an oasis of freedom and justice.
I have a dream that my four little children will one day live in a nation where they will not be judged by the color of their skin but by the content of their character.
I have a dream today!
I have a dream that one day, down in Alabama, with its vicious racists, with its governor having his lips dripping with the words of "interposition" and "nullification" -- one day right there in Alabama little black boys and black girls will be able to join hands with little white boys and white girls as sisters and brothers.
I have a dream today!
I have a dream that one day every valley shall be exalted, and every hill and mountain shall be made low, the rough places will be made plain, and the crooked places will be made straight; "and the glory of the Lord shall be revealed and all flesh shall see it together."2
This is our hope, and this is the faith that I go back to the South with.
With this faith, we will be able to hew out of the mountain of despair a stone of hope. With this faith, we will be able to transform the jangling discords of our nation into a beautiful symphony of brotherhood. With this faith, we will be able to work together, to pray together, to struggle together, to go to jail together, to stand up for freedom together, knowing that we will be free one day.
And this will be the day -- this will be the day when all of God's children will be able to sing with new meaning:
My country 'tis of thee, sweet land of liberty, of thee I sing.
Land where my fathers died, land of the Pilgrim's pride,
From every mountainside, let freedom ring!
And if America is to be a great nation, this must become true.

And so let freedom ring from the prodigious hilltops of New Hampshire.
Let freedom ring from the mighty mountains of New York.
Let freedom ring from the heightening Alleghenies of Pennsylvania.
Let freedom ring from the snow-capped Rockies of Colorado.
Let freedom ring from the curvaceous slopes of California.
But not only that:
Let freedom ring from Stone Mountain of Georgia.
Let freedom ring from Lookout Mountain of Tennessee.
Let freedom ring from every hill and molehill of Mississippi.
From every mountainside, let freedom ring.
And when this happens, when we allow freedom ring, when we let it ring from every village and every hamlet, from every state and every city, we will be able to speed up that day when all of God's children, black men and white men, Jews and Gentiles, Protestants and Catholics, will be able to join hands and sing in the words of the old Negro spiritual:
Free at last! Free at last!
Thank God Almighty, we are free at last!

jueves, 15 de enero de 2009

No quería creerlo pero parece que sí

Publicado por La Jornada el Jueves 15 de Enero de 2009

Penas hasta de cárcel a quienes se besen en la calle en la capital de Guanajuato
La norma —que sanciona también a quienes pidan limosna o usen palabras altisonantes— no es exagerada, dijo el alcalde panista Eduardo Romero Hicks.

Carlos García, corresponsal
Publicado: 15/01/2009 18:10


Guanajuato, Gto. El ayuntamiento de Guanajuato aprobó un reglamento que castiga con cárcel o multa a las personas que se besen, pidan limosna o usen palabras altisonantes en la vía pública, señaló el alcalde panista Eduardo Romero Hicks.

No se puede permitir que las parejas se den unos “agarrones de olimpiada” en la vía pública y que sigan usando la palabra güey, señaló el edil.

Para Romero Hicks, la norma no es exagerada y no se hará una persecución de los ciudadanos.

El reglamento sanciona hasta con 36 horas de cárcel o multas de hasta mil 500 pesos a las personas que, en la vía pública, pidan limosna, se besen, vendan mercancía informalmente, usen palabras altisonantes, escupan o no utilicen los puentes peatonales, entre otros.



Me lo dijeron esta mañana y yo no lo quería creer, el meoyo del asunto está en el famoso pero no tan conocido "Bando de policía y buen gobierno para el municipio de Guanajuato, Gto". ¿Qué es eso? Bueno, aunque carezco de la terminología jurídica precisa para describirlo, ese documento no es sino el conjunto de leyes y reglamentos que rigen a los municipios de acuerdo con el sistema político vigente para nuestro país. Sabemos que son tres los ordenes de gobierno legitimados en la constitución: El gobierno federal, el gobierno de los estados y el de los municipios. Para cada uno de los ordenes existe un documento regulador tal como la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las constituciones de los estados y para los municipios, el mentado bando. Al inicio de todo bando se establece que el objetivo del documento es el de establecer las normas generales básicas para orientar al régimen de Gobierno, la organización y el funcionamiento de la Administración Pública; identificar autoridades y su ámbito de competencia estableciéndose con estricto apego al marco jurídico general que regula la vida del país. Sus disposiciones son de observancia general y obligatorias en todo el territorio del Municipio. Y desde ahí, se rige todo lo que concierne al municipio, desde su identidad jurídica hasta, y aquí viene lo interesante, la determinación y probable sanción de ciertas conductas en las que pueda incurrir cualquier ciudadano dentro del territorio del municipio, eso, en algunos casos, puede incluir ciertos actos tales como: Orinar en la calle, Escandalizar en la vía pública y para el caso de Guanajuato capital, no utilizar los pasos peatonales, besarse en la vía pública y usar palabras altisonantes.

Por ejemplo, en el bando de policía y buen gobierno para el Municipio de Irapuato (donde viví 18 años) dice lo siguiente:

ARTICULO 163.

Se entienden como faltas, las acciones u omisiones que alteren el orden público o afecten la seguridad pública conforme a las disposiciones de este Bando y demás ordenamientos legales.

y aquí empieza la ambiguedad:

Se considera una falta...

cualquier otra acción u omisión que afecte negativamente el bienestar colectivo, entendiéndose como éste el estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad física y mental o de capacidad especial, respecto a su interacción con la colectividad.

claro no?

Hay un precepto en lógica jurídica que afirma que todo lo que no se estipula en el texto normativo está permitido, por ello, es necesario estar en todo, aquí algunas joyitas del bando en el capítulo especial de:

DE LAS FALTAS AL BANDO DE POLICIA Y BUEN GOBIERNO

CAPITULO ÚNICO

DE LAS FALTAS E INFRACCIONES

Comete faltas o infracciones contra el bienestar colectivo el que:

VII. Exija gratificaciones por cuidar vehículos en la vía pública;
A que no se la sabían

X. Moleste mediante el uso del teléfono
(no dice si el usuario te pica las costillas o te lo avienta a la cabeza, habla con él en el cine, o te pregunta si en tu casa hacen café)

XI. Toque los timbres y puertas de las casas injustificadamente
(te acuerdas de tu infancia, ¿criminal?

VI. Hacer fogatas, elevar globos de fuego o incendiar sustancias combustibles, sin la autorización correspondiente.
(Esta mañana, cuando prendí el gas del calentador para bañarme me dije a mí mismo, tengo ganas de elevar un globo de fuego, pero luego dudé porque casi todos son de latex, ¿de dónde iba yo a sacar uno de fuego?)

VII. Organizar o tomar parte en juegos de cualquier índole, en lugares públicos no destinados para ello que pongan en peligro a las personas.
(eso incluye fútbol, canicas, rayuela, trompo y la peligrosa matatena)

XIII. Permitir que un enfermo mental deambule en lugar público
(¿No dice la psicología actual que no hay individuos absolutamente sanos?)

XV. Provocar daños o molestias por no asegurar macetas, plantas u otros objetos colocados en balcones o azoteas
(¿Por qué me rompen mis macetas, por qué se meten conmigo?)

XIX. Usar prendas u objetos que por su naturaleza denoten peligrosidad y atenten contra la seguridad pública
(Guardaré mis hot pants, las blusas escotadas y el liguero aquel que tanto te gustaba)

Y aquí viene lo bueno, (Nota aclaratoria, el bando de policía y buen gobierno para el municpio de Irapuato del cual obtuve estas joyas está vigente desde 1985 y solo ha sufrido ligeras modificaciones desde entonces, por lo que el asunto Guanajuato ya no es ninguna novedad)

Son faltas administrativas que atentan contra las buenas costumbres y la integridad moral del individuo o de la familia:

I. Expresarse con palabras, señas, gestos o actitudes obscenos, insultantes o indecorosos en lugares públicos y/o privados.
(Privado incluye la casa y tu cuarto, no importa que te hayas pegado con la esquina de la cama en el dedo chiquito)

X. Ejercer la mendicidad.
(Señor de La Jornada, no hay nada nuevo bajo el sol)

XII. Cualquier otra acción u omisión que afecte negativamente la integridad moral del individuo o de la familia, entendiéndose como moral las normas que forman las buenas costumbres de una colectividad humana en un lugar y tiempo determinado y que fomentan la convivencia dentro de un marco de respeto y cordialidad.
(¿Qué quedamos que eran las buenas costumbres?)

VII. Abstenerse de entregar o enterar a la autoridad municipal dentro del término de 3 (tres) días las cosas o bienes abandonados o perdidos dentro del en territorio municipal.
(¿dónde dejé las pinches llaves?)

I. Orinar o defecar en lugares públicos
(Esa es la clásica)

VI. Funcionar restaurantes, cantinas, bares, cervecerías, loncherías, discotecas, billares, centros nocturnos, tables dances, chip and dale, teatros, cines, carpas o cualquier centro de espectáculo y demás establecimientos públicos, sin reunir las condiciones de seguridad e higiene señaladas por las autoridades correspondientes.
(Jajaja, chip and dale, no comments)

La mayoría de estas faltas tienen como pena el pago de 5 a 20 días de salario mínimo conmutables por 36 horas de arresto

Tons, aquí el comentario: El bando de policía y buen gobierno es un instrumento normativo que muestra la manera en que un poder local interviene en la vida de los ciudadanos para lastimosamente, (Sobre todo en casos como este) fijar la moral en turno, cosa que por supuesto no le compete pero, para muestra, el botón. De ahí que luego escuchemos que en Querétaro querían penar el adulterio (con pruebas in situ), que al alcalde ya se le ocurrió que va a sacar pal bono de navidad cobrando multas por cada mentada de madre, o que a Eduardo Romero Hicks no le parecen "los agarrones de olimpiada" por las calles de Guanajuato, patrimonio de la humanidad.

Vale si hay que encarcelar borrachos que manejan, recoger la basura a determinadas horas y sí, que la gente use los puentes peatonales que para eso son.

Pero no se metan con los quicos, no es tema.

y así,

La Enciclopedia Británica está prohibida en Texas porque contiene un fórmula para hacer la cerveza en su propia casa.

Es ilegal en Wilbur, Washington, montar un caballo feo.

En Indonesia se castiga la masturbación cortándole la cabeza al infractor. Esta ley es inheremente ambigua.

En el Reino Unido, un hombre que se siente obligado a orinar en público puede hacerlo siempre y cuando apunte hacia la rueda de su vehículo y mantenga su mano derecha apoyada en él.

En Guadalajara, las mujeres que trabajan para el gobierno municipal no pueden llevar minifaldas u otro tipo de prenda que pueda resultar provocativa.

Es cierto que de la moral es dificil escaparnos, ¿quién no tiene sus prejuicios sobre lo que se debe o no se debe hacer en sociedá?, pues ande, tire la primera piedra. Desde pequeños Mamá y Papá nos enseñaron que en la mesa no se debe sacar uno los mocos o reírse, al menos en público, de la vecina con la enorme verruga entre las cejas. Con el tiempo aprendemos, y, cuando insistimos al indagar el sobre el por-qué-no pueden suceder tres cosas: El silencio, El por que sí y porque lo digo yo, o bien un zopapo. Cuando Mamá y Papá se aburren, o se olvidan, o pierden la fe en corregir lo incorregible toca el turno a los maestros y ya a la desesperada pues al poli (que generalmente está igual o peor de desmadrado en cuanto a moralidad se refiere). Y así, donde se come no se coje, y en el carro tampoco porque te apañan y terminas pagando de multa lo que costaba el motel.

Pase un buen rato revisando el Bando de Policía y Buen Gobierno de su municipio, se va divertir.

Del desasimiento



“Cuando estaba yo en mi causa primera , no tenía a Dios...; me quería a mí mismo y no quería a nada más; era lo que quería, y quería lo que era, y estaba libre de Dios y de todas las cosas... Por eso suplicamos a Dios que nos libre de Dios, y que concibamos la verdad y gocemos eternamente de ella, allí donde los ángeles supremos, la mosca y el alma son semejantes, allí donde yo estaba y donde quería eso que era y era eso que quería...”

Meister Eckhard, sermón Beati pauperes spiritu

martes, 13 de enero de 2009

Del nuevo disco de Silvio



Demasiado tiempo
demasiada sed
para conformarnos
con un breve sorbo
la única vez. Demasiada sombra
demasiado sol
para encadenarnos
a una sola forma
y una sola voz

S.R.

lunes, 12 de enero de 2009

Precisa poesía 2

Cuál sea mejor, amar o aborrecer.

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo por mejor partido escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.

Sor Juana Inés de la Cruz.

domingo, 11 de enero de 2009

Precisa poesía




De Animal de Fondo, Juan Ramón Jiménez


¡Amor,
contigo y con la luz todo se hace
y lo que hace el amor nunca se acaba!

de Eternidades

Vivo, libre,
en el centro de mí mismo.
Me rodea un momento
infinito, con todo -sin los nombres
aun o ya.


de Cartas literarias

Yo no creo en la perfección, creeria en la "perfección sucesiva imposible", como en la "posible
sucesiva imperfección".








Tomado de Dos poetas y lo sagrado, Ramón Xirau

viernes, 9 de enero de 2009

Sobre el sufrimiento del hombre o Job y los madrazos de Yahvé


Si digo: "Mi lecho será mi consuelo, mi cama aliviará mis dolencias", entonces tú me aterrorizas con sueños, con visiones me espantas. ¡Ay! Quisiera que me ahorcaran; preferiría la muerte a las dolencias. Me consumo, no seguiré viviendo eternamente; por eso déjame, que mis días son apenas un soplo. ¿Qué es, pues, el hombre para hacer de él tanto caso, para que continuamente lo examines? ¿Dejarás por fin de mirarme mientras que paso la saliva? Si cometí pecado, ¿qué te hice a ti penetrante observador del hombre? ¿Por qué me has puesto como blanco tuyo? ¿Porque soy para ti una carga? ¿Acaso no puedes soportar una ofensa mía? ¿No podrás cerrar los ojos para no ver mi falta? Porque muy pronto estaré tendido en tierra; me buscarás sin que exista.


Job 7, 13-21
Imgn (Marc Chagall, Job desperé)

Heráclito, Los estóicos, Panta Rei y usted se aguanta :S






VEN A SENTARTE CONMIGO, LIDIA, A LA ORILLA DEL RÍO*


Ven a sentarte conmigo, Lidia a la orilla del río.
Con sosiego miremos su curso
y aprendamos que la vida pasa,
y no estamos cogidos de la mano.
(Enlacemos las manos.)



Pensemos después, niños adultos,
que la vida pasa y no se queda,
nada deja y nunca regresa,
va hacia un mar muy lejano,
hacia el pie del Hado,
más lejos que los dioses.

Desenlacemos las manos,
que no vale la pena cansarnos.
Ya gocemos, ya no gocemos,
pasamos como el río.
Más vale que sepamos pasar
silenciosamente y sin desasosiegos.

Sin amores, ni odios,
ni pasiones que levanten la voz,
ni envidias que hagan a los ojos moverse demasiado,
ni cuidados, porque si los tuviese
el río también correría,
y siempre acabaría en el mar.

Amémonos tranquilamente,
pensando que podríamos,
si quisiéramos,
cambiar besos y abrazos y caricias,
mas que más vale estar sentados
el uno junto al otro oyendo correr al río y viéndolo.

Cojamos flores,
cógelas tú y déjalasen tu regazo,
y que su perfume suavice
este momento en que sosegadamente
no creemos en nada,
paganos inocentes de la decadencia.

Por lo menos, si yo fuera sombra antes,
te acordarás de mí
sin que mi recuerdo te queme
o te hiera o te mueva,
porque nunca enlazamos las manos,
ni nos besamos
ni fuimos más que niños.

Y si antes que yo llevases el óbolo
al barquero sombrío,
no sufriré cuando de ti me acuerde,
a mi memoria has de ser suave recordándote así,
a la orilla del río,
pagana triste y con flores en el regazo.

Ricardo Reis, (E) Fernando Pessoa

miércoles, 7 de enero de 2009

Zen Koan, La mente de piedra


Hogen, un maestro Zen chino, vivia solo en un pequeño templo en el campo. Un dia, cuatro monjes peregrinos llegaron y le pidieron permiso para hacer un fuego en el patio para calentarse.
Mientras construian un fuego, Hogen les oyo hablar acerca de la subjetividad y la objetividad. Se les unio y dijo: "Supon que hay una piedra muy grande, ¿la cosideras que esta fuera o dentro de tu mente?".
Uno de los monjes le contesto: "Desde el punto de vista del Budismo todo es una representacion mental, asi que yo diria que esta dentro de mi mente."
"Debes de sentir tu cabeza muy pesada," observo Hogen, "si vas por ahi cargando con una piedra como esa en tu mente."

viernes, 2 de enero de 2009

Oligarca roñica


Deliciosamente cínico


Calvin & Hobbes


Calvin & Hobbes, mi nuevo favorito
Algunas consideraciones sobre los conceptos de “Verdad” y “Revelación” en el lenguaje poético y filosófico.

por David Esquivel

Pleno de méritos, pero es poéticamente
como el hombre habita esta tierra.
Hölderlin

La relación entre filosofía y poesía ha pasado por múltiples y alternativos momentos que van desde la enigmática cercanía hasta la abierta disputa; la ruptura y la descalificación del quehacer y los alcances de una y otra actividad por parte de su contrario. Ya Platón, figura por demás representativa en el devenir de tan complejo binomio, tuvo a bien nombrar a tal relación como Palaia Diafora, esto es, una discordia que ya era antigua en tiempos del filósofo ateniense. Muestras de aquel largo debate con respecto al estatuto de filósofos y poetas, los encontramos en fragmentos de diálogos como Ión, Parménides, o el libro X de La República, así como en el tratamiento que del amor, el entusiasmo y la poesía aparecen en diversos rincones del Fedro, o El Banquete. Nuestra finalidad en esta ocasión no será abordar directamente algún pasaje específico de la relación entre filosofía y poesía en el marco de la historia del pensamiento. Los motivos de este escrito giran más bien, en torno a los análisis que diversos pensadores como María Zambrano, Martín Heidegger, Hans-Georg Gadamer y Ramón Xirau, entre otros, realizan desde el siglo XX para esclarecer un poco, si no resolver del todo, el terreno y las condiciones de la relación entre poesía y filosofía así como sus alcances y posibilidades.

Es con el análisis que una de las filósofas más importantes del siglo XX como lo fue María Zambrano que comenzaremos a abordar la problemática relación entre filosofía y poesía a partir de la determinación de ambos quehaceres y sus alcances. Para Zambrano la filosofía, particularmente desde el advenimiento de la dialéctica y su difusión a manos de Platón, ha ido consolidándose a lo largo de su historia como una actividad cuyo fin primordial es la búsqueda de la unidad. Para encontrar aquello que se considera “lo firme, lo verdadero compacto e independiente que es absoluto que en nada se apoya y todo viene a apoyarse en él”[1], la filosofía, según Zambrano ha elegido el camino que más claridad aporte, el del sistema que pueda revelar el núcleo de los entes y el concepto. La verdadera filosofía, desde cierta lectura de Platón que corresponde a aquellos diálogos en los que puede encontrarse la textual animadversión del ateniense hacía los poetas, tiene como finalidad escapar de las apariencias en busca de la unidad ideal. Son estas mismas apariencias a las que el poeta se queda adherido, como habitante de las sombras que se instala para siempre en una actividad cuyos frutos no son más que imitación de la imitación.

Pero, justo antes de la definitiva ruptura que entre filosofía y poesía ha de significar la llegada de Platón, es indudable la presencia de aquellos poetas que, para María Zambrano se esforzaron para que “todo lo que hay y lo que no hay llegara a ser”. Hubo ciertamente poetas que antes que preocuparse por el método buscaron y fundaron la búsqueda de la unidad, como nos dice Zambrano: “El poeta, en su poema crea la unidad con la palabra, esas palabras que tratan de apresar lo más tenue, lo más alado, lo más distinto de cada cosa, de cada instante. El poema es ya la unidad no oculta, sino presente: la unidad realizada, diríamos encarnada”[2]. La palabra de la poesía más que demostrar revela, la poesía es Aleqeia en su sentido más amplio, el corrimiento fugaz de un velo, una revelación que explota a la velocidad de una supernova, con esa misma intensidad que opaca galaxias enteras. En palabras de Zambrano, “la comunicación entre el logos poético y la poesía concreta y viva es más rápida y frecuente, el logos de la poesía es de consumo inmediato, cotidiano; desciende sobre la vida, tan a diario, que, a veces, se la confunde con ella.”[3] Tal vez por ello, con y veces a pesar de Platón[4], cuando los griegos comenzaron a ejercer la filosofía, el uso de la forma poética como vehículo de su búsqueda no representó un verdadero problema. Una muestra clara la encontramos en los aforismos de Heráclito, la poesía de Empédocles o poema del Ser a cargo de Parménides por citar algunos casos que corresponden a un momento de feliz unión entre filosofía y poesía. A propósito de la búsqueda de la poesía Zambrano nos comenta:

“La cosa del poeta no es jamás la cosa conceptual del pensamiento, sino la cosa complejísima y real, la cosa fantasmagórica y soñada, la inventada, la que hubo y no habrá jamás. Quiere la realidad pero la realidad poética no es sólo la que hay, la que es; sino la que no es; abarca el ser y el no ser en admirable justicia caritativa, pues todo tiene derecho a ser, hasta lo que no ha podido ser jamás.”[5]

En la obra de María Zambrano, la búsqueda de una reivindicación no sólo del quehacer poético sino el rescate de las posibilidades de la poesía como agente revelador del mundo son evidentes. Paralelamente a esto, la obra de la filosofa española da cuenta de la pugna constante que, desde los orígenes mismos de la filosofía, ha existido entre una forma de conocimiento sistemática y plenamente racional, que parece predominar y en ocasiones identificarse absolutamente con lo verdaderamente filosófico, y aquella otra forma más bien libre y asistemática que representa la actividad poética. Con respecto a la capacidad reveladora de diversos géneros poéticos o bien, del probable monopolio que de dicha posibilidad ha hecho la filosofía, Wellek y Austin distinguen dos bandos principales, a saber,

1. Frecuentemente la literatura se entiende como una forma de filosofía, como “ideas” revestidas de forma y se analiza para extraer de ella ideas dominantes.

2. El absoluto opuesto consiste en negar el contenido filosófico de literatura.

Wellek y Austin consideran sobre la relación entre filosofía y poesía y en un caso más general, que puede tratarse a la literatura como un documento útil para la historia de las ideas y de la filosofía en la medida en que la historia literaria corre paralelamente a la historia de la cultura y la refleja, de manera que “ciertos contenidos presentes en las obras literarias podrían entonces poner de manifiesto la adhesión de un poeta a determinada filosofía, o bien, siendo el caso, mostrarían que dicho poeta tuvo conocimiento directo de alguna filosofía o era capaz de manejar sus supuestos generales”[6]. Tal afirmación nos llevaría a la consideración provisional de los poetas como pensadores menores, no sin antes provocar la formulación de preguntas tales como: “¿Es mejor la poesía por ser más filosófica? ¿Cabe juzgar la poesía según el valor de la filosofía que adopta o según el grado en que da muestras de comprenderla?”[7].

Siguiendo al crítico alemán Rudolf Unger quien a su vez basó sus investigaciones en el pensamiento de Wilhem Dilthey, nuestros autores confirman la presencia de una afirmación constante en la historia del pensamiento con respecto a la probable unión entre filosofía y poesía, sugerida por Zambrano, que a la larga terminarán descartando. Para Unger, nos dicen, “la literatura no es conocimiento filosófico traducido a imágenes o a versos, sino que expresa una actitud general ante la vida, que los poetas, por lo común, contestan de un modo no sistemático a cuestiones que también son temas de la filosofía , pero que el modo poético de responder difiere según las épocas y las situaciones”[8]. La posibilidad de hermanar diversas actitudes del pensamiento con respecto a la vida, generaría, de seguir con Unger, diversos tipos de Weltanschauung compartida tanto por literatos como por filósofos. Tal clasificación quedaría esquematizada como sigue:

1. Positivistas.
Característica: Explicación del mundo espiritual por el material. Integrantes: Demócrito, Lucrecio, Hobbes, Enciclopedistas franceses, materialistas y positivistas modernos, Balzac y Stendhal.

2. Idealismo Objetivo.
Característica: La realidad es expresión de una realidad interna, no hay pugna entre el ser y el valor. Integrantes: Heráclito, Spinoza, Leibniz, Schelling y Hegel, Goethe.

3. Idealismo dualista o “Idealismo de la libertad”
Característica: Independencia del espíritu respecto a la naturaleza. Integrantes: Platón, los teólogos cristianos, Kant, Fichte y Schiller.

A pesar de que, en algún momento de la historia de la relación entre filosofía y poesía se haya llegado a pensar en una posible integración o mejor dicho, en la ausencia de una verdadera escisión entre ambas, Wellek y Austin consideran que tal integración es muchas veces ilusoria y que los argumentos a favor de dicha postura, como es el caso de Rudolf Unger, se basan en un estudio de la ideología literaria, la declaración de las intenciones y los programas poéticos, que, acudiendo forzosamente a formulaciones estéticas existentes, acaso guarden solamente una relación remota con la práctica real de los artistas. Aunque escépticos sobre la integración existente entre filosofía y literatura Wellek y Austin no niegan la posibilidad de:

“...cierto paralelismo reforzado por el común trasfondo social de una época, y, por tanto, por influencias comunes ejercidas en la filosofía y en la literatura. Pero incluso en esto, la hipótesis de un trasfondo social común puede ser ilusoria en realidad. Con frecuencia la filosofía ha sido cultivada por una clase especial que puede ser muy distinta a la que cultiva la poesía, tanto en relaciones como en procedencia social. Mucho más que la literatura, la filosofía ha sido cultivada con la Iglesia y la Academia. Como todas las demás actividades humanas tiene su propia historia, su dialéctica propia; sus facciones y movimientos no están, a nuestro modo de ver, tan íntimamente relacionados con los movimientos literarios como suponen muchos cultivadores de la Geistesgeschichte.”[9]

Con respecto a la pregunta sobre el valor de la poesía filosófica, Wellek y Austin aseguran que la presencia de un fondo ideológico en un poema, siempre y cuando se mantenga en su contexto, parece acrecentar su valor artístico en la medida en que corroboran ciertos valores artísticos importantes como son la “complejidad” y la “cohesión”. Sin embargo, “aunque una intuición teórica puede aumentar la hondura de penetración y ampliar el horizonte del poeta, no es forzoso que sea así. Estorbará al artista demasiada ideología si no la asimila.”[10]. Creemos que una diferencia sustancial entre Wellek y Austin, los autores que hemos analizado y los que estamos por analizar, radica en que, para los primeros, los momentos en la historia de literatura en que las ideas con forma literaria resplandecen de manera que pueda operarse la identificación entre la filosofía y el arte, corresponden a casos aislados y poco frecuentes. Ciertamente es posible que en ciertas manifestaciones la imagen se haga concepto y el concepto imagen, pero como veremos a continuación, dichos casos no pueden representar en medida alguna las “cumbres del arte”:

“Por lo menos debe concederse que la poesía filosófica por grande que sea su grado de integración sólo es una clase de poesía, y que su puesto en la literatura no es forzosamente central, a menos que nos aferremos a una teoría de la poesía como revelación esencialmente mística. La poesía no es sucedánea de la filosofía; tiene su justificación y su fin propios, la poesía de ideas es como otra poesía y no debe juzgarse por el valor del material, sino por su grado de integración y de intensidad artística”[11].


Si se reconoce que tanto la filosofía como la poesía han llegado a un momento de su historia en que pueden concebirse como actividades independientes con justificación y fines propios, que quizá, sí, puedan tocarse en momentos específicos, pero que tal acontecimiento podría no significar más que el nacimiento de un género poético entre muchos, como bien podría serlo la poesía filosófica, entonces nuestro trabajo estaría por terminar. Sin embargo faltaría hacer algunas consideraciones sobre la autoridad y cualidades que, para autores como Hans-George Gadamer y Martín Heidegger, tiene el lenguaje poético y que pueden ponerlo a la altura e incluso por encima de un lenguaje filosófico sin más. Para Gadamer, “la palabra poética es tan capaz de erguirse (stehen) y declararse a sí misma como una autoridad propia en el desprendimiento del texto en el que se articula”[12]. Tal posibilidad de la palabra poética, siguiendo con Gadamer se realiza al considerar que las palabras en un poema no están ahí por sí mismas sino, más bien, en el contexto de la vida que las hace cumplirse plenamente. En un sentido originario, tanto la palabra poética como el esfuerzo dialéctico, tienen como particularidad compartida el nombrar, entendido este como el “llamado de algo a la presencia”.[13] Para hablar de la existencia plena de una relación evidente entre poesía y filosofía, Gadamer recurre a lo ya dicho por Hegel en cuanto a que: “la forma de la proposición no es adecuada para expresar verdades especulativas. Lo que Hegel describe con esta declaración no queda en absoluto restringido a la particularidad de su propio método dialéctico [...] la presuposición común a todo filosofar es ésta: la filosofía como tal no tiene ningún lenguaje que sea el adecuado a su misión” y más adelante: “Parece que tanto para el filósofo, desde Platón hasta Heidegger, reina la misma dialéctica del descubrimiento y sustraimiento en el misterio del lenguaje”[14]

Es precisamente con Martín Heidegger, que la palabra poética como nunca antes adquiere un valor sin precedentes pues para él, la poesía tiene un puesto extraordinario en la totalidad de las artes en la medida de su ser lenguaje, ya que por sí sola, esta característica tiene la peculiaridad de hacer brotar lo ente de las cosas en la medida en que se ejerce la palabra como iluminando la realidad entera. La poesía es una forma activa de pensamiento y ha estado presente como forma de configurar el mundo desde que los filósofos presocráticos se daban a la tarea de buscar el principio constitutivo de la Physis. La poesía a la que Heidegger hace alusión, no estaría muy lejos del concepto de “logos” griego que, ejercido por pensadores como Anaximandro, Heráclito y Parménides comenzaba a entablar un diálogo directo con el Ser, fundando al Ser mismo y su problemática. “La poesía es la instauración del ser con la palabra”[15] y ocupa un puesto extraordinario con respecto a las demás artes, casi por derecho de primogenitura, pues se encuentra a la base, incluso del pensamiento filosófico formal, de cariz dialéctico que sólo hasta la llegada de Platón, si hemos de seguir con María Zambrano, se ocupará de la ardua tarea de la búsqueda del concepto. Para Heidegger:

“...Lo permanente lo instauran los poetas. La poesía es instauración por la palabra y en la palabra (de lo permanente) [¿Cómo?] Precisamente lo que permanece deber ser detenido contra la corriente, lo sencillo debe arrancarse de lo complicado, la medida debe anteponerse a lo desmedido. Debe ser hecho patente lo que soporta y rige al ente en totalidad. El ser debe ponerse al descubierto para que aparezca el ente.”[16]

Con respecto a la consideración hecha por Heidegger con respecto a la revelación poética, Johannes Pfeiffer, un estudioso del fenómeno particular de lo poético, sigue a Heidegger en cuanto a la capacidad poética de iluminación del ser y la revelación del secreto de la existencia. En el juego poético, el “Ser ahí está expresado no fría ni desnudamente, ni en una exposición conceptual sino a través del ritmo y los símbolos, a través del gesto y la metáfora, y en cuanto temple anímico del hombre sabio”[17]. Más allá de una simple figuración de conceptos intelectuales, como nos dice el mismo Pfeifer.

“La poesía ilumina no poco aquella profundidad esencial de nuestra existencia (de ahí su verdad), y la ilumina directamente por plasmación (de ahí su belleza) quien capte la verdad poética de manera racional viendo en ella una atractiva figuración de conceptos intelectuales, convertirá a la poesía en algo sustituible. Quien considere la belleza poética desde el punto de vista exterior como una lograda solución a ciertos problemas de artesanía, hará de la poesía algo superfluo. La verdadera poesía no es veraz en el sentido intelectual, ni es bella en el sentido de la artesanía, sino por el hecho de “plasmar bellamente” es también una manera de apoderarnos de la verdad”.[18]

Pero ¿qué es aquello que la poesía ha de plasmar bellamente para que se convierta en una experiencia verdadera? Tal y como Heidegger comentaba en sus escritos sobre lo verdadero en el arte, será sólo en la medida en que el lector, según Pfeiffer, “vibra con esa esencia humana iluminada y poetizada, [...] en la medida en que vibramos con ella, única y exclusivamente a través de la sentida percepción de la forma verbal, vivimos en la concordancia de verdad y belleza”[19]. La poesía ha de revelar la esencia humana y el acaecer del “Ser ahí” no como mera comunicación de vivencias particulares que en determinado caso serían las del poeta individual, una personalidad biográficamente captable, sino que “sólo transmite la idea de un hombre que se dirige hacia nosotros, y cuya situación única, al ser plasmada se ha puesto al alcance de todos”,[20] cumpliendo así con la divisa Heideggeriana del arte verdadero que revela lo más humano.

Como veíamos anteriormente, el uso de la metáfora en la descripción lo poético y sus posibilidades, se convierte en una herramienta insustituible en la medida en, como la poesía misma, es capaz de expandir los sentidos y la explicación del tema que nos atañe. Un elemento constante en la elaboración de metáforas con respecto a la actividad poética tiene que ver con la capacidad iluminadora de ésta. Siguiendo a Roman Ingarden, Gloria Vergara nos da cuenta, de manera específica de la posibilidad del lenguaje poético para revelar esencias en el mundo a partir del concepto de “Opalescencia”, palabra proveniente de ópalo, piedra semipreciosa que produce reflejos cambiantes e irisados. La posibilidad cambiante de los reflejos del ópalo, estaría relacionada según Vergara, con el carácter ambiguo de la obra como “una realidad heterónoma, esquematizada e intencional”[21]:

“La opalescencia puede verse como el resultado de la concretización que hacemos de este mundo ambiguo que nos apunta el lenguaje poético. Tiene que ver con la experiencia, con el momento estético. Pero tiene que ver también con el polo artístico. Es un puente que enlaza a los dos pues la opalescencia brota en el punto exacto en que la obra como obra literaria tiene su realización. Tal parece que es el llamado para que se revele la esencia de la obra artística. Por ese correlato opalescente, la belleza de la obra aflora, pasa de un momento creador, artístico (por la disposición ambigua que el autor da al lenguaje) al polo estético.”[22]


En coincidencia con Heidegger, Vergara afirma que al tener la palabra poética, a través de su factor direccional, una facultad de referencialidad, es posible que se genere una empatía con el mundo de manera que “los objetos representados en la obra son proyectados por las unidades de sentido como si fueran reales”[23]. Los poetas como creadores del “mundo humano” hablan de la verdad en relación con la obra creada y con el mundo:

“La poesía no es nada más el canto sino el descubrimiento de la verdad ; es decir, la verdad está ahí, y las cosas están ahí y el hombre, el poeta va y las descubre la poesía (como la actividad filosófica) parte del asombro ante una realidad cotidiana que de pronto se revela como algo nunca visto [...] es un medio para ver las posibilidades de la vida, para descubrir sus potencialidades.”[24]

Lo que vale en este sentido de “verdad” nos dice Vergara es el hacer creer, no el hacer saber, es por ello que la presencia y recreación del poema, su lectura, es indispensable para tal revelación y citando a Aristóteles nos comenta: “Es preferible imposibilidad verosímil a posibilidad increíble”.

Si hasta este momento consideramos que la poesía tendría una capacidad reveladora de la verdad, ¿podríamos considerarla también una forma de conocimiento? Para Ramón Xirau, esto es posible en la medida en que la palabra “conocimiento” se entienda como forma del saber, especialmente:

“Como forma de este saber que algunos, con Dilthey, llaman “Cosmovisión” o visión del mundo y prefiero llamar con un término viejo y rico: metafísica. Si el conocimiento remite a cuestiones vitales que el hombre se plantea –nuestro origen, nuestro destino, el tiempo, la vida misma, la posible inmortalidad y la posible divinidad- metafísica y poesía se aunan”[25].

Ciertamente para Xirau existe una unión entre filosofía y poesía en cuanto fuentes de conocimiento, sin embargo, ambas difieren principalmente en que por su parte, el filósofo hace explícito el método de su pensamiento mientras que el poeta, al menos en su obra escrita no lo describe. Ello no impide, desde luego, caer en la cuenta de que aunque el pensamiento del filósofo es conceptual, no puede dejar de proceder mediante imágenes. Lo mismo sucede con el poeta imaginativo que no deja de emplear el concepto. Otra diferencia fundamental radica en que el concepto lógico a diferencia del concepto metafísico o póetico, es la capacidad del primero para denotar, mientras que el segundo, nos dice Xirau, “al borde siempre de lo indecible” suele connotar. Imagen y concepto no tendrían a pesar de esto que estar separadas sino que serían, ambas y qué mejor que al mismo tiempo, “aproximaciones a una realidad superior, a-histórica, trans-histórica o eterna”.[26]Nos dice el mismo Xirau:

“Mediante la palabra el poeta como la obra de arte, nos sitúa en el lenguaje que enuncia de manera indicativa. Mediante palabras, ritmos, cantos, ritos, sentimientos, imágenes, conceptos, el poeta dice justamente aquello que necesita de nuestra atención mayor: vida, muerte, amor, inmortalidad, divinidad [...] La poesía es, así, conocimiento que nos ata a los otros y nos permite –cada poema por ser leído matizadamente, de manera distinta por distintos lectores atentos- entrar en contacto por medio de semejanzas –sin ellas el poema sería ininteligible -y diferencias- sin ellas el poema carecería de vida y vitalidad.[27]

Ciertamente y aunque no hemos podido hacer un recuento pleno de las consideraciones que, tanto los pensadores del bando de la poesía como los de la filosofía tienen con respecto a la posible relación existente entre ambas actividades, sí podemos entrever al menos que durante el siglo XX varios pensadores se dieron a la tarea de dar cuenta de las semejanzas, las más, como hemos visto, y, de aquellas diferencias que a nuestro parecer son suficientes para continuar la disputa entre ambas actividades en los años por venir. La disputa se nos presenta más que con respuestas, con un sinnúmero de preguntas particularmente con referencia a lo que Gadamer definió como el “misterio del lenguaje” del cual tanto filosofía como poesía participan, así como la pregunta por el tipo específico de poesía o géneros poéticos literarios que pudieran tener primacía, si es que tal cosa es posible. En la búsqueda de la función de revelación poética iridiscente, dichas preguntas serán por lo pronto, materia de otra investigación.


















BIBLIOGRAFÍA

GADAMER, Hans-Georg
Estética y Herméutica, 2ª ed., trad. Antonio Gómez Ramos, Técnos, Madrid, 1998, 312 pp., col. Metrópolis.


HEIDEGGER, Martin
Arte y Poesía, traducción y notas de Samuel Ramos, FCE, México,1958, 148 pp., col. Breviarios.


PFEIFFER, Johannes
La poesía, hacia la comprensión de lo poético, trad. Margit Frenk, FCE, México, 1951, 136 pp., col. Breviarios.


VERGARA, Gloria
Tiempo y Verdad en Literatura, Universidad Iberoamericana, México, 2001, 111 pp.


WELLEK, René & Austin Warren
Teoría Literaria, 4ª ed, trad. José Ma. Gimeno, prol. Dámaso Alonso, Gredos, Madrid, 1974.


XIRAU, Ramón
“Poesía y Conocimiento” en Ensayo Literario Mexicano, Federico Patán, coord.. UNAM, UV, Ed. Aldus, México, 2001, pp. 51-71.



ZAMBRANO MARÍA,
Filosofía y Poesía, 2ª ed. FCE, México, 1987, 121 pp.


Dictados y Sentencias, Barcelona, Edhasa, 1999, 142 pp.
[1] María Zambrano, Filosofía y Poesía, p. 18
[2] Ibid., p. 22
[3] Ibid, p. 23
[4] Es con respecto a la obra de Platón y su relación con la poesía, problema que reconocemos complejo y que no pretendemos abordar en esta ocasión, que María Zambrano se pronuncia ambiguamente ya que, si bien no duda en reconocer que con la obra del ateniense se genera una ruptura entre la actividad poética y filosófica, reconoce que en los diálogos: “cuando aparece agotado (en los pasajes más decisivos) el camino de la dialéctica y como un más allá de razones, irrumpe el mito poético” Cfr. María Zambrano, filosofía y poesía, p. 18.
[5] María Zambrano, Op. cit., p. 22
[6] Wellek y Austin, Teoría Literaria..., p. 133
[7] Ibid., p. 137
[8] Ibid., p 138
[9] Ibid., p. 146
[10] Ibid., p 148
[11] Ibidem., subrayado nuestro.
[12] Hans-George Gadamer, Estética y Hermenéutica..., p. 174
[13] Ibid. p. 179
[14] Ibidem.
[15] Martín Heidegger, Arte y poesía... p. 137
[16] Ibidem.
[17] Johannes Pfeiffer, La poesía… p. 101.
[18] Ibidem.
[19] Ibid. p 105
[20] Ibidem
[21] Gloria Vergara, Tiempo y Verdad en Literatura..., p. 88
[22] Ibid. p. 90
[23] Ibid. p 96
[24] Ibidem.
[25] Ramón Xirau, poesía y conocimiento, p 52
[26] ibid. p. 65.
[27] Ibid. p.66.